Era una habitación sumida en la completa oscuridad salvo por una antorcha perdida en las tinieblas que disipaba, con sus últimas fuerzas, las sombras del cuarto. Mërgim habló.
Mërgim: Felicidades por tu reciente victoria en la arena, Bestia de Nois. O debería decir, Baltazar de Nois.
Una voz se alzó desde la oscuridad.