29 de mayo de 2014

Capítulo 3 Parte 7: El mercader.

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Mërgim bajó las escaleras del sistema interior mientras Decorem seguía sus pasos detrás de ella. Bajaron más y más hasta llegar a la planta baja. Sin embargo Mërgim siguió descendiendo otras escaleras que se encontraban allí. Decorem, extrañada, transitó por el mismo camino hasta llegar a una especie de subsuelo.

Era un área distinta de las demás puesto que su diseño y textura era similar al de una caverna subterránea. Estaba conformada principalmente por un pasillo que se extendía horizontalmente hasta unos 40 metros más allá. Al final de este, el camino se torcía a la izquierda hacia quién sabe qué otra galería. El pasillo estaba iluminado por antorchas. Tenía a sus costados puertas de hierro que conectaban a habitaciones. Cada una de estas tenía una pequeña abertura en la parte de arriba que servía para supervisar la actividad de sus habitantes. Mërgim y Decorem habían llegado sin problemas a aquella zona. Decorem no se había percatado de que otra persona se encontraba en aquella sala hasta que preguntó:

Decorem: ¿Y qué hay detrás de estas puertas?
Voz: Una vida que no vale ni una moneda de hierro o de cobre. Bienvenidas al mercado de esclavos. Asumo que vienen con una orden de permiso para comprar a sus esclavos.

"¿Y qué hay detrás de estas puertas?"
Era un mercader de ropas lujosas pero sucias, de una sonrisa amarillenta y pelos negros, secos y pajosos. Se encontraba en una silla leyendo y anotando en un gran libro negro que contenía una lista. Cuando Mërgim y Decorem llegaron a aquella caverna se sobresaltó un momento debido a que estaba entretenido tachando nombres y poniendo precios.

Mërgim: Buscamos a alguien para un viaje hacia Helia, la gobernación del oeste.
Mercader: ¿Helia? Discúlpenme pero Helia está políticamente en contra de la esclavitud y según sus leyes prohíbe la entrada de estos en su territorio. Además necesito su orden de permiso para comprar un esclavo.
Mërgim: No venimos por un esclavo, mercader. Venimos por un hombre libre. Usted debe conocerlo.

(Click para ampliar) Helia se encuentra al oeste de las
gobernaciones de Estrek y Estrek Oriental
El mercader borró su cara típica de comerciante burlón y farsante. Escondió su hipócrita sonrisa para dar lugar a otra más seria y comprometida.

Mercader: ¿Hombre libre? Aquí solamente hay esclavos cuyo fin es servir hasta la muerte.
Mërgim: No es cierto, aquí se encuentra un hombre libre. Sugiero que no mienta, señor mercader. Seguramente él le ha contado lo que yo hago con la gente que me miente.

El mercader cedió.

Mercader: ¿Acaso eres la persona de la que él ha estado hablando todo este tiempo?
Mërgim: Así es. Llévame hacia donde se encuentra.
Mercader: Sí.

El mercader sacó de sus ropas lujosas pero gastadas por el polvo y la suciedad, tres llaves de tres colores diferentes: dorado, plateado y negro. Luego de esto, camino hacia el pasillo y dobló a la izquierda. Mërgim siguió sus pasos. Decorem dudó de esto, sin embargo hizo lo mismo que Mërgim. El mercader mientras, hablaba.

Mercader: ¿Son ciertas las historias que ha hablado él acerca de usted?
Mërgim: Depende de qué historias haya contado.
Mercader: Acerca de que lee el futuro, por ejemplo.
Mërgim: Eso no es cierto. No leo el futuro. Leo los destinos y los finales de las personas.
Mercader: Entonces, si sabe eso, ¿sabe cuál es mi destino en esta vida?

Mërgim miró seriamente al mercader.

Mërgim: Usted no tiene un destino. Solo tiene un final que es lo contrario.

El mercader se detuvo ante una puerta negra.

Mercader: ¿Y cuál es mi final si se puede saber?
Mërgim: Dentro de dos meses morirá a raíz de una enfermedad espontánea. Ahora, abra la puerta.

El mercader dirigió su mirada con una mezcla de sorpresa y preocupación hacia Mërgim. Ella, con tono realista y tranquilo dijo.

Mërgim: Oh, perdone la rudeza, no tengo demasiado tacto con la muerte luego de haberla visto varias veces. Ahora abra la puerta así puedo lograr mi cometido en este lugar.
Mercader: ¿Qué enfermedad?
Mërgim: -suspira-Es la llamada "Plaga Azul". Entra en el cuerpo de las personas, permanece en el corazón de su huésped durante meses o años sin que este lo sepa siquiera y, de la noche a la mañana, muere repentinamente. Aun así debió haber notado ya los síntomas como la aparición de manchas azules cerca del abdomen y el pecho. Sin embargo tuvo miedo de mostrarlas a algún médico especializado. Lo bueno es que la Plaga Azul tiene la desventaja de no poder transmitirse entre las personas cuando ya se halla en el corazón y, por ende, fue fácilmente erradicada en la gobernación de Necro. Pero usted estuvo allí durante la época en donde las plagas andaban de un lugar a otro, ¿no?.
Mercader: ¿No hay cura?
Mërgim: Es una plaga sentenciada. No habrá forma de parar su cometido, a menos que, obviamente, muera el huésped. Supongo que tiene muchas dudas ante esto pero si usted no abre la puerta, puedo matarlo yo misma aquí y ahora para ahorrarle el sufrimiento. Sin embargo, estoy en un cierto apuro así que abra la puerta y retírese de mi vista.

El mercader sacó su llave negra y desbloqueó la puerta decididamente. Sin embargo no la abrió. Luego de esto, se retiró con una mirada caída.

Decorem: ¿Por qué tuviste que decirle tan de repente?
Mërgim: ¿Existe alguna otra mejor y más rápida forma para decirle a alguien, que ha llevado una vida en plena libertad, que morirá dentro de poco?
Decorem: Supongo que no pero...
Mërgim: ¿Existe?

Decorem calló. La mirada de ambas se dirigió hacia la puerta negra. Mërgim la abrió y observó su interior.

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