10 de febrero de 2014

Capítulo 3 Parte 1: Sonidos de la noche, ecos de fantasmas.

Índice General
<<|~Capítulo 3~|>>?
Partes de este capítulo:
~Aun no organizadas hasta que el capítulo termine (Ver Índice General)~

25 de Hera (Julio).

Año 197 d.G.C. 4 días antes de La Junta de la Paz.

Inae, Gobernación de Estrek.

El tranquilo bosque de Inae se encontraba en la completa y tranquila oscuridad. La Luna iluminaba la noche con su fase menguante y los grillos hacían su acostumbrado ruido. Parecía que iba a ser una tranquila noche como todas las demás. Sin embargo, no sería el caso.
Una figura desesperada corría en las sombras del bosque. Después de haber recorrido un largo trecho, se sentó debajo de la copa de un árbol cansada. Revisó sus heridas. Una flecha en su hombro había logrado su cometido. Como se encontraba dudando de cómo sacarla, decidió mantenerla. Descansó unos momentos, se levantó de donde estaba y empezó a caminar, intentando salir del bosque. Por un momento pensó que su vida peligraría pero las personas que hasta ahora le habían perseguido, ya no estaban cerca. Caminando ya en el bosque y con una mano en la herida, se encontró con un pequeño río que pasaba por allí. Se acercó a este y bebió de él. La Luna pudo iluminar la figura humana. Era una joven de cabellos castaños claros y ojos verdes. Tenía un vestido verde esmeralda teñido con manchas de sangre en algunas partes.

Escuchó un leve sonido en los arbustos cercanos. De las sombras, apareció una figura encapuchada. La joven, quién no podía defenderse por más tiempo debido a su herida, la observó y preguntó:

Joven: ¿Quién eres?

Con una voz relajada y femenina, la figura encapuchada respondió:

Figura: Solo alguien en las sombras pero la pregunta importante es, ¿qué hago aquí?

La figura se acercó hacia la joven y la Luna, la iluminó. Su rostro estaba cubierto de vendas rotas. Algunas de estas, tenían sangre. Sin embargo, parte de este rostro estaba descubierto y determinaba que era el de una mujer. Su pelo negro y extenso estaba libre de esas vendas y llegaba hasta cubrir la espalda. El resto de su cuerpo se encontraba tapado por ropas largas y oscuras. En su mano, llevaba una máscara de doctor. Sus ojos, casi ocultos en las vendas, apenas se los podía ver.

Joven: ¿Qué haces aquí entonces?
Mujer: Cumpliendo con la voluntad de alguien más. Necesitas ayuda con esa flecha.

Se acercó hacia donde estaba la joven. Con sus manos, tapadas con guantes de cuero, sacó un pequeño estuche de sus ropas y revisó la herida.

Mujer: Vaya, vaya. La flecha ha llegado demasiado profundo. Tendré que sacarla. Esto va a doler...

La mujer sorpresivamente quitó la flecha lo más rápido posible del hombro. Lo que siguió fue un alarido de la joven. La mujer completó su frase con su voz relajada.

Mujer: ...un poco.
Joven: -dolorida-¡¿Por qué has hecho eso?!
Mujer: No había otra forma. Bueno, había, pero tengo que actuar rápido. Agradece que no quedaron restos sino el proceso sería todavía más doloroso.

Sacó una venda de su estuche y la cubrió en la herida de la joven.

Joven: ¿Fuiste llamada por los guardias del palacio, no? Quieren que siga viva a pesar de lo que hice para avergonzar y difamar a mi casa.
Mujer: No vine del palacio ni fui mandada por aquellos que te han traicionado.

La joven se sorprendió.

Joven: Un momento, entonces, ¿cómo me has encontrado?
Mujer: No estoy en condiciones de decirlo. Por otro lado, hay historias de venganzas más cruentas que he presenciado que la que has tenido esta noche, Ría Tirián de la casa Tritión.
Ría: ¿Cómo sabes mi nombre?
Mujer: Digamos que conozco demasiado acerca de ti. Pero no estoy del lado de aquellos que te persiguen ahora.
Ría: Entonces, ¿por qué me querrías ayudar?
Mujer: Vengo a proponerte un... trato, Ría.
Ría: ¿Un trato? Espera, ¿de qué estás hablando?
Mujer: Déjame explicártelo. Verás... he visto tu destino.
Ría: ¿Mi... destino?
Mujer: Cada persona en este mundo nace con un final determinado. Yo soy una de las personas capaces de ver los destinos y he visto que completarías tu venganza matando a Racus Faraday pero que tu vida iba a ser quitada por alguien más en tu momento de gloria. Ese era tu final... Pero no lo has conseguido. No has matado a Faraday... aun.

Fue entonces cuando la mujer tomó una pausa y siguió.

Mujer: Te estoy ofreciendo una nueva oportunidad. Tú ahora puedes abandonar tu venganza inútil y ese destino de morir para participar en un proyecto... un tanto... ambicioso. Solo por un tiempo, claro.
Ría: ¿Venganza inútil?
Mujer: Ya has hecho demasiado daño. ¿No estás satisfecha?
Ría: No descansaré hasta que Racus muera.
Mujer: Él conocerá su final con el paso del tiempo. No tienes porqué preocuparte por él.
Ría: ¡No tiene el derecho de morir en paz!

El silencio ocupó durante un tiempo en esa noche hasta que la mujer sonrió. A pesar de estar cubierta de vendas, parte de su boca no lo estaba. Se podía notar el pequeño sonido de una risa. Con su tranquila voz, prosiguió.

Mujer: No fallecerá de esa forma. Él ahora está herido pero no físicamente. Has matado a alguien importante para él y pronto vendrá a por ti.
Ría: ¿A por mí?
Mujer: Sí, y te matará antes de que puedas hacer algo.
Ría: ¿Cómo sabes eso?
Mujer: Simplemente, sé tu destino y tus posibles... finales. Para completar tu cometido en este mundo debo ayudarte. Por ahora tendrás que olvidar tu venganza. No, mejor dicho, posponerla ya que estás débil, y deberás seguirme en un viaje al que debo llevar a cabo a Archipiélago. A cambio, curaré tu herida para que no se infecte y te sacaré de este bosque lleno de guardias.
Ría: ¿A Archipiélago?
Mujer: Tienes la oportunidad de participar en este... proyecto si tanto deseas completar tu venganza, necesitarás mi ayuda. Claro que si rechazas este trato, desapareceré de tu vista y te dejaré morir en este bosque. Eso es lo más probable ya que, en tu estado, no podrías seguir tu venganza esta noche.
Ría: No puedes hacer eso, es inhumano.
Mujer: Tan inhumano como haber matado a todos esos nobles. La crueldad tiene sus variantes, pequeña. Si te dejo morir aquí, Racus seguirá vivo y, cuando encuentre tu cadáver, lo pondrá en una pica en la plaza de Inae. Será muy gracioso verte allí. Una joven noble que actuó por ingenua y su casa será difamada como traidora por mucho tiempo. Lo peor de todo es que...
Ría: ¡Ya basta!

La mujer calló. Ría se quedó en silencio. Pensó unos momentos y balbuceó:

Ría: A...-suspiro-Acepto... Dejaré mi venganza de lado pero con la condición de que cuando todo esto haya terminado, me asegurarás a Racus Faraday, me llevarás ante él y harás que yo pueda cumplir mi cometido.

La mujer sonrió desde sus vendas. Respondió a la propuesta con una voz tranquila.

Mujer: Prometo por la Luna que alumbra este bosque, que lo haré, Ría. Pero por ahora descansa. La venganza toma tiempo.

La mujer sacó de su estuche más vendas y se puso su máscara de doctor. Ría se sintió agotada y cayó dormida. La noche volvería a su normalidad al parecer. La mujer siguió tratando la herida cuando de repente escuchó un murmullo en la oscuridad. Un hombre vestido con una armadura, había aparecido. Estaba armado con una espada mandoble. A pesar de estar bien cubierto, su cabeza estaba sin casco mostrando sus cabellos cortos y rubios y sus ojos grises. La diferencia de altura entre este soldado y la mujer era poca.

Hombre: Al fin te he encontrado, Ría Tirián.
Mujer: Vaya, buenas noches, Decio Lux.
Decio: ¿Una doctora aquí en el bosque? ¿Has sido mandada por los guardias del palacio?
Mujer: -mintió con seguridad-, la encontré inconsciente. Me dijeron que tenía una herida en el hombro.
Decio: Vaya rapidez. Aunque debieron no haber mandado a alguien para esto. Con lo que ha hecho, sería un mejor final morir aquí. Desgraciadamente, por su cargo de noble, será juzgada ante un tribunal. Con certeza estará encerrada en una prisión hasta que el Rey decida la verdadera condena cuando vuelva.

La mujer se levantó.

Mujer: Bien, creo que mi trabajo ha terminado. La llevaré al palacio.

La mujer cargó a cuestas el cuerpo inconsciente de Ría, le dio la espalda al soldado y comenzó a caminar al norte, dirección contraria de la que había venido el soldado. Sin siquiera distanciarse demasiado de este, ya habiendo cruzado el pequeño río, él le dijo:

Decio: Ey, el palacio de Inae está al sur de aquí.

La mujer, sabía de esto. Miró al soldado y le mintió de vuelta.

Mujer: Oh, perdone, pensaba que el sur se encontraba por allí-señala-.
Decio: Solo hay que mirar las estrellas para guiarse.
Mujer: En un bosque, es muy difícil-mintió-.

La mujer soltó el cuerpo de Ría y lo acostó en el frío pasto. Luego, se acercó lentamente a Decio cruzando otra vez el río. Mientras lo hacía le dijo al soldado:

Mujer: Quizás ambos no sabemos donde está el sur.
Decio: Es fácil saber hacia donde tenemos que dirigirnos. La guiaré si usted qu...

En ese momento, el guardia no pudo completar la frase ya que la mujer, velozmente, había sacado una daga de sus ropas y aprovechándose de la guardia baja del soldado, le cortó la garganta.

Mujer: No, no hace falta. Conozco el camino.

La mujer se quitó la máscara y reveló su cara vendada. Mostró una sonrisa y dijo en una voz suave:

Mujer: Decio Lux, pariente cercano de Unisha Lux. Teóricamente deberías haber muerto esta noche a causa de Ría en el palacio. Pero tal parece que también evitaste el destino por unas horas alterando el plan maestro. Eso fue un error fatal para ti. Todos los que eviten el destino deben morir. Vaya final trágico para un soldado tan talentoso como tú. Ah, cierto, ¿tú puedes saber cuándo una persona puede mentir o no? Vaya entonces, te he mentido y no te has podido dar cuenta. Qué pena...

El soldado poco podía hacer algo. La sangre que estaba perdiendo, la imagen borrosa de aquella doctora. Todo se volvió oscuro para él y cayó sin vida al suelo sin poder gritar ni decir sus últimas palabras. La mujer se volvió a poner su máscara y cargó el cuerpo de Ría dejando el cadáver de Decio. Antes de retirarse a la oscuridad, se dijo a sí misma unas palabras con su suave voz.

Mujer: Debo apurarme, mi hermana no tolerará estas tardanzas. Debe de estar muy enojada-sonríe-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario