3 de septiembre de 2013

Capítulo 1 parte 1: La Gobernación de la realeza, Estrek.

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Estrek hacia 193 - Sí, la gobernación era una
sola subgobernación con algunas ciudades importantes
La famosa Estrek, la gobernación principal del reino y una de las más habitadas después de Necro. Allí se encuentra la cúspide de la pirámide del poder: el rey, la familia real, los terratenientes ricos, los cortesanos y los funcionarios que se encontraban en los sectores con más prestigio social y económico.
Literalmente la ciudad de Ener es la ciudad de los castillos y murallas. Dentro de ella, se encuentra un mundo diferente al de los alrededores. Pasto verde y fértil, guardias y soldados en todos lados. Era toda una seguridad en ese micromundo aislado del exterior donde muchos pueblos de campesinos de la periferia pasaban fuertes hambrunas en los inviernos mientras que en Ener y algunas ciudades amuralladas y ricas de Estrek viven en abundancia y en el comercio progresivo. Como la ciudad está aislada del exterior, muchos de sus habitantes temen salir afuera... hacia aquel mundo desconocido y que tanto temen...
No sucedía eso con la mente de algunas personas de aquella ciudad que, más que pensar en quedarse, pensaba en salir. Eso estaba en las ideas de los infantes, en la de locos y aventureros y en la de un príncipe hijo del rey y soberano Estrek V, el caballero peregrino.
Bandera de Estrek
Era un joven de 20 años de cabellos castaños y ojos azules. Era parte de la familia real, cerrada y limitada cosa que a él nunca le agradó por el hecho de estar aislado del mundo. Su nombre era Pinto.
Pinto estaba aquella tarde de 17 de Hera (Julio), intranquilo, leyendo en la biblioteca del castillo con su mayordomo y consejero Teodoro. Pensaba dubitativo y se lo veía preocupado. De pronto, oyó un ruido en la galería y una voz que se escuchó a lo lejos agitada de alguien. Pinto reconocía aquella voz, era la de Filoy, el mensajero real que criaba a las palomas mensajeras. Estrepitosamente Filoy entró a la biblioteca vociferando:
F: ¡Carta para usted, príncipe Pinto!
T: Los modales, Filoy.
F: ¡Oh, cierto!
Filoy se arrodilló haciendo una reverencia improvisada y luego se levantó con mucho esfuerzo, ya que era obeso, para darle a Pinto el mensaje.
F: Viene con retraso de tres días.
T: ¿Qué dice, mi señor?
La cara de Pinto cambió de preocupación a una de alegría.
P: Está ganando. Ya han tomado Shab y gran parte del sur del desierto y han dado muerte a Shabada, el bárbaro después de quemar su campamento.
F: Sí, pero han perdido a un Jefe del ejército.
P: ¿No será Geo, aquel joven que vimos en las fiestas de primavera en Hostalia?
F: No, es su hermano, un tal Xenón
P: Es una pena de seguro. ¿Cómo murió?
F: No se sabe. Dicen que murió en la emboscada al campamento pero no hay nada confirmado ni siquiera su cuerpo ha sido encontrado en los escombros.
P: Ya puedes retirarte Filoy.
F: Eh, bueno señor...
Filoy se retiró en silencio no sin antes ver la mirada de Teodoro haciendo señas de que hiciera reverencia. El mensajero se acordó e hizo la debida reverencia tres veces mientras salía de la biblioteca y con una mirada seria del consejero acechándolo.
T: Hace pocos días que trabaja como mensajero y ni siquiera respeta la autoridad real.
P: No te indignes, Teodoro, trajo buenas noticias de mi padre.
T: Sí, ha pasado más de un mes en Jonovia.
P: Al final siempre me quedó aquí estancado. Siento como si mi padre quisiera que sea rey.
T: Lo protege demasiado por su propio bien, señor.
P: ¿Propio bien? Claro que no, mi mellizo, Diori está en Archipiélago y mi hermana, Lady Tristana, está en Hostalia y yo quisiera ir a visitar a mi tío en Necro y mi padre me dice que me quede. ¿Para qué?
T: Según me dijeron, mi señor, lo mantienen aquí por tener un buen trato con los cortesanos.
P: ¿Y a qué viene eso?
Teodoro se puso serio y le dijo al oído:
T: Algunos cortesanos están confabulando contra su padre, el rey.
P: ¡¿Confabular contra mi padre?!
T: Sssh, baje la voz, puede haber espías que lo oigan. Le explicaré, mi señor. Verá, su padre está poniéndose más viejo y débil. Quién sabe si volverá a Ener después de la guerra. En estas situaciones los cortesanos se aprovechan de su ausencia para controlar el poder a su manera. Su majestad jamás quiso que ellos tuvieran poder pero están creciendo más con el tiempo. Ahora la corte se asemeja más a una manada de hienas hambrientas esperando a cualquier falla o debilidad. Tiene que estar atento, mi señor.
P: ¿Porqué mi padre no me lo dijo?
T: No lo sé mi señor.
Pinto se quedó pensando un rato hasta que dijo: 
P: Quizás tenga que llevarme bien con todos ellos para saber quién está a favor y quién no. Después los cambiaré de parecer si es posible. Un asesinato daría una prueba de barbarie y no de sabiduría.
T: Sabia decisión, señor.
P: La corte la integran casi cuarenta cortesanos. Esto llevará tiempo y esfuerzo. Pero si no encuentro traidor alguno, no aceptaré ningún consejo tuyo nunca jamás.
T: ¿Porqué mi señor?
E: Por que me haces sospechar de mis pares y mis amigos. Aceptar un consejo más ya sería una muestra de desconfiar de todos y no quiero perder a nadie en el camino.
Pinto se acercó a la ventana y miró a través de ella la lejanía más allá de los muros con melancolía.
P: Quisiera salir de aquí algún día, ser libre, no ser más que un aventurero en tierras extrañas como sueño cada noche y sentir y ver nuevas cosas.
T: Bueno, ha salido al exterior unas veces.
P: Sí, pero ¿cuántas? Solo he visto las ciudades de Estrek. Quiero conocer más allá de la barrera de la realeza. No quiero estar atado a nada, sólo quiero vivir en... la libertad. Si algún día soy conde, debo saber lo que pasa en otros lugares. Pero me tengo que quedar aquí por unos cortesanos. Órdenes serán órdenes pero algún día saldré allá afuera y quiero estar preparado. Por eso practiqué esgrima, aprendí cómo los ladrones roban en diferentes partes del reino y supe acerca de batallas marítimas en Bagres y terrestres en Necro durante más de 10 años. Todo gracias a que hablaba siempre con los cortesanos y aprendía algo nuevo sobre temas políticos. Ya verás Teodoro, cuando mi padre vuelva le diré acerca de esto y espero que me escuche.
T: Eso espero, mi señor, eso espero.

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